domingo, 13 de mayo de 2012

Probabilidad y estadística

Llegó a molestarme la idea de haber visto morir a ese sentimiento tantas veces. Lo bonito del principio,la intensidad del prologo casi absurda de cada minuto cuando nada tiene cimientos y cualquiera de los dos podría salir corriendo en cualquier momento. Me llenaron, o sería más correcto decir que me dejé llenar los oídos de te quieros, cambié de relaciones a cambio de sábanas, zapatos rojos para besos se sábado,con el único resultado eran un monetón de lágrimas negras. ¿Cuántas veces empezaría de cero?¿Cuántos nombres tacharía de mi lista? Borrón tras borrón, las pocas iniciales que (quiero) recuerdo...Nunca he estado totalmente sola, entre historias inconexas que cuando parecen alcanzar un punto de intersección se repelen, entre ellas nunca han pasado las semanas requeridas para volver a construir lo deshecho, y así me fue todo. Rezaba por sentir aunque fuera angustía, pero sentir al fin y al cabo. Notar que me hervía la sangre, que vivía por algo, que no sólo respiraba, que viviría cosas que mereciera la pena escribir como cartas al yo futuro. Porque vivir por vivir, no es vida. Y es posible que escribiera. Compulsivamente. Cada detalle, cada palabra empañada en dolor, cada frase que me calaba hasta los huesos, cada cigarro después de cada beso. No voy a culpar a nadie, la primera en errar fuí yo. Yo, que me guío por impulsos. Ellos que me llaman fría sin saber que también el hielo quema. E igual después se me fue todo un poco de las manos. Y empiezo a creer que no, que no he visto morir al amor tantas veces. Porque quizá no lo vi nacer, me obligue a creer, me forcé a sentir. Y no siempre es así.
Y ahora llega él, rompiendo esquemas, cerrando bocas, al mismo nivel de batallas que estos ojos verdosos. Él, esperanza y sonrisa de loco, lector de propaganda, paciente de mi portal, cantante entre luces y humo de colores, músico sin instrumentos, buscador de tesoros, explorador de mis recovecos, actor, vividor de lo subrrealista, máquina expendedora de carcajadas 24/7, bufanda y cinturón, domador de fieras, freno de mis tacones cuando les llueve demasiado alcohol, campeón de cartas, billares y ajedrez, abrazos y provocaciones. Susurrador experto, y por encima de todo, mi vista favorita de la ciudad.

lunes, 23 de abril de 2012

No se trata de olvidar, sino de aprender a vivir sin tí-

Antes de dudar de alguna de mis palabras, piensa si alguna vez te he mentido, si te he fallado, porque puedo equivocarme, si, incluso puedo tropezar con la misma piedra cien veces y lo volvería a repetir, pero pese a todo eso, soy completamente incapaz de engañarte. Sé que puedo girar mucho más deprisa de lo que tardo en equilibrarme, sé que puedo maltratar a mi corazón todo lo que haga falta, porque luego con cuatro palabras nacidas en la boca adecuada resucitan muertos . Sé que la pelota ya no está en mi tejado. Sé que tengo esa jodida costumbre de creer en tí. Sé que eras (y eres) especial (al menos para mí). Sé que ahora ya se me acabó el tiempo de pedirte el abrigo, de quitarte la ropa, de sudar contigo, de perder la calma, de gritarte muy bajito las cosas que nunca te he dicho. Sé (y sabes) que aún te recuerdo, pero no es mi culpa, en serio, te juro que lo intento, pero a la vez tengo esa horrible sensación de querer echar a correr en cualquier o momento. También sé que cuando no tenga nada, podré con todo, pero también sé que cuando lo tengo todo acabo no queriendo nada de lo que tengo. Puedo escribir páginas y páginas de mentiras escritas en primera persona que nada tengan que ver con mi ánimo, ni con nada, pero eso no cambiaría las cosas. Sé que ni tú me esperas ni yo te busco. Se que quiero algo, pero no sé el qué. Sé que mi almohada aun te busca, pero no te encuentra. Quizá es hora de que le hagas una visita.

But tonight you look so pretty, as you do...

Él (me) sonríe.
Y de repente todos los años estudiando la evolución, toda la selección, toda lo de la selección natural, Darwin, Lamarck, los experimentos con guisantes, el paleolítico, el neolítico, la rueda, el fuego, la noche, el día, la caza, la pesca, la luz, Edison, la bombilla, el telégrafo, el teléfono, la paz, las guerras, las banderasbalncas, la ropa, vestirse, desvestirse, desnudarse, la química, la física, Einstein, la pintura, Picasso, la escultura, los libros, Hemingway, el mar, París, la magia, Roma, los trucos, las trampas, el vodka, ganar, perder, abandonar,Zidane, el fútbol, Chamberlain, la pelota, el aro, el cesped, las toallas, la marihuana, las drogas, las medicinas, los venenos, los libros, los boligrafos, las plumas, los pajaros, la deforestación, los silencios, los gritos, los susurros, las inspiraciones, las expiraciones, sístoles y diástoles, glóbulos y leucocitos, hígados y riñones, piernas y brazos, ojos, los colores, abrazos, patadas, puñetazos y caricias, Alicia y las maravillas, correr detrás de un conejo blanco, las dudas, las certezas, el té, Blancanieves, la envidia, las manzanas envenenadas, los celos, las sonrisas,los mordiscos, las sabanas, el chocolate, la nata, las fresas, ir al cine, acturar, besar, lamer, llorar, dormir, reír, morir, la parca, vivir, sentir, todo.
De repente todo cobró sentido.

Maldita dulzura

Quizá debería agradecerles cada momento invertido conmigo, cada segundo regalado de magia sin trucos, cada día impagable entregando todo y más de lo que podían darme, pagando un precio muy alto en plazos más o menos largos, el adiós, la decepción, mis cambios de humor o de amor, de número, de atencion, de horarios. Gracias.
Por el Cabrón original, la mirada más intensa de la ciudad, una de las escasas que guardas desde siempre y para nadie,el de las rosas y los rizos, el de las escapadas que te hacian olvidar las horas, el del primer beso que te importó, que hizo temblar cimientos y tejados, sientiendo la vida en las venas. Atardeciendo, corazón en la garganta, código morse y el cuello girado cada vez que vuelvo a pasar por esa calle. Nunca nadie le podrá quitar el título. La espina que se clava en cada poro. Nueve lagrimas por sonrisa.
Por los tíos-puente,los que consiguen sacarte de la ruina para más tarde rebozarte en el barro. Esperar y desesperar. Aquel que le deje sin palabras cuando parecía tenerlas todas. Aquel que me pintaba treboles en los margenes, o el que tuvo siempre los labios rotos y olía a hierba, el que vivía en un castillo de sabanas. El doble del hombre perfecto, el de las tiritas y las cosquillas, el que me rompió los esquemas, el que me acompaño en las fatigas y el de la retirada digna.
Después está él. Por él. El innombrable. El número. El de la cara bonita. El del paso de todo. El de los besos de rabia, el del te odio porque no quiero quererte. El principito. El gruñón. Por el que empece a beber alcohol cuando deje de probarlo de su boca. El de los treinta días de locura, el de los ojos cerrados con sus besos en mi frente, el del verano con cuatro pies enterrados en la arena. El de la paciencia finita. El de los apelativos cariñosos. El tonto. El que se fue. El que ya no está.

Standby

Cuando amanece con sabor a alcohol solo, las primeras luces te ciegan los ojos. El ritmo del tictac no perdona, dicta las imágenes que asoman por tu retina, los múltiplos de tus pasos. Recuerdas. Recuerdas como anoche te secabas las lagrimas, bebías de la botella, y te fumabas las penas. En ese sitio donde los recuerdos caen como palizas, donde por un momento todo te la suda, y piensas que ojala se caiga el techo mientras tanto. Grito a mi propio oído que la puta cabeza me da vueltas. Bares que sí, que siempre, besos que no, prejuicios que tampoco, y me río por no llorar, bailo por no tirarme al suelo, me pongo los tacones al irme a casa, siempre al revés, me escondo las marcas, me peino las debilidades, me azuzo las dudas, dobles de azúcar, sonrisa en la puerta del ascensor, un invierno largo, más largo sin esa magia que te hace saltar de la cama sin despertador. No quiero tentar a la suerte, vomitar versos, mirarte cuando ya te has ido, oir los susurros, mi eco en calles vacías, caos por dentro, borrado inmediato, nostalgías en espejos que un día decidieron reirse de tí a la cara, de frente, con gesto amargo y constante, cremalleras que cada vez cierran más bocas, bocas que cada noche dicen lo que no piensan, huir antes de que el lobo vuelva y nadie te crea.

martes, 17 de abril de 2012

Que las razones no importan si algo tenía que pasar

Espero que esto sea lo último que puedas leer con tu recuerdo como protagonista. Espero que no vivas ni un día más en mis retinas, no, no lo consiento. Ni siquiera un ¿cómo estás?¿Cómo va la rutina? Me voy. Huyo del dolor. Me voy con la música a otra parte, con los dedos fríos de no escribirte. Con una calma que me ha arrancado el insomnio y me ha llevado a una vida vacía a la espera de que algo pase, a la espera de que algo me arranque la pena. No sé exactamente que habría sido lo justo, lo correcto, quizás que vinieras corriendo cuando me estaba llendo, y que siguieras con el acoso y derribo más de una noche. Me merecía una despedida. No dos pares de ojos que tienen miedo de cruzarse. No me merecía negociaciones para verte como si fuera un castigo. Quizás una carcajada de más nos hubiera salvado, o no. Ahora ya es tarde pero siempre es amargo recordar lo que acabó en nada.
Mirarte a la cara y decirte que nunca sabrás la verdad. 

martes, 20 de marzo de 2012

Podíamos haber tenido el record del mundo en querernos

Antes de dudar de alguna de mis palabras, piensa si alguna vez te he mentido, si te he fallado, porque puedo equivocarme, si, incluso puedo tropezar con la misma piedra cien veces y lo volvería a repetir, pero pese a todo eso, soy completamente incapaz de engañarte. Sé que puedo girar mucho más deprisa de lo que tardo en equilibrarme, sé que puedo maltratar a mi corazón todo lo que haga falta, porque luego con cuatro palabras nacidas en la boca adecuada resucitan muertos . Sé que la pelota ya no está en mi tejado. Sé que tengo esa jodida costumbre de creer en tí. Sé que eras (y eres) especial (al menos para mí). Sé que ahora ya se me acabó el tiempo de pedirte el abrigo, de quitarte la ropa, de sudar contigo, de perder la calma, de gritarte muy bajito las cosas que nunca te he dicho. Sé (y sabes) que aún te recuerdo, pero no es mi culpa, en serio, te juro que lo intento, pero a la vez tengo esa horrible sensación de querer echar a correr en cualquier o momento. También sé que cuando no tenga nada, podré con todo, pero también sé que cuando lo tengo todo acabo no queriendo nada de lo que tengo. Puedo escribir páginas y páginas de mentiras escritas en primera persona que nada tengan que ver con mi ánimo, ni con nada, pero eso no cambiaría las cosas. Sé que ni tú me esperas ni yo te busco. Se que quiero algo, pero no sé el qué. Sé que mi almohada aun te busca, pero no te encuentra. Quizá es hora de que le hagas una visita.